Nos mueve la necesidad de conectarnos

Algún día cuando hayamos dominado los vientos, las olas, las mareas y la gravedad, aprenderemos a utilizar las energías del amor. Entonces por segunda vez en la historia del mundo, la humanidad habrá descubierto el fuego.  Teilhard de Chardin

A pesar de las palabras de odio terribles que se leen en los comentarios de los artículos de prensa y twitters, a pesar de lo candentes y hasta destructivos que se vuelven los debates políticos, a pesar de las múltiples guerras contemporáneas y de que muchos medios se inclinan a dar preferencia a historias de abusos, corrupción y disputas, a pesar de todo, veo a diario seres humanos embarcados como yo en una misma búsqueda… y la búsqueda es la del amor. Nos mueve una necesidad de conectarnos, de sabernos parte del todo. Si no somos conscientes de ello, al menos intuimos en lo más profundo de nuestro ser que somos seres sociales, que necesitamos vínculos; queremos ser amados, sentirnos necesitados y útiles, sabernos protegidos, apoyados, parte de una tribu. 

Tenemos acceso a abundante evidencia de que estamos condicionados para conectar con otros. 

Cuando somos rechazados por parte de un grupo social, cuando somos víctimas del bullying o cuando perdemos a un ser querido, sufrimos lo que se conoce como dolor social, lo que nos demuestra que las conexiones entre humanos no son opcionales o fortuitas, sino que existe una necesidad esencial dictada por razones adaptativas, de crear vínculos.

Los psicólogos Roy Baumeister and Mark Leary[2]analizaron las razones que prueban que tenemos una necesidad psicológica de pertenencia. Sentirnos conectados y formar vínculos afectivos son demandas adaptativas, dicen los autores. Estas necesidades se ponen de manifiesto desde la infancia cuando los bebés crean espontáneamente apegos. Sus hipótesis están basadas en varias observaciones: 

  • Una vez que una relación se establece, las personas son reacias a romperlas incluso cuando existe tensión, conflicto o incluso abuso. O sea, la gente prefiere evitar la separación, aunque haya que pagar un alto costo emocional. 
  • Cuando nos sentimos cercanos a otros, nuestros pensamientos se adaptan y empezamos a incluir aspectos del otro en nuestro concepto de nosotros mismos hasta llegar a sentir que nuestros destinos están entrelazados. 
  • Las relaciones cargan un peso emocional significativo: estamos felices cuando las cosas van bien; tendemos a sentirnos miserables, ansiosos, celosos, cuando hay conflicto.
  • Cuando no tenemos una relación cercana con otros, sufrimos. 
  • Las estadísticas nos muestran que quienes sostienen una relación de pareja se mantienen más saludables, menos estresados y tienen una expectativa de vida más larga. 
  • Las separaciones, incluso si son breves, producen malestar y tristeza.
  • La gente prefiere tener pocas, pero muy cercanas amistades y un número mayor de conocidos, siendo la calidad más importante que la cantidad. Esto es porque establecer un vínculo toma tiempo y requiere esfuerzo e inversión de energía. 
  • Cuando una relación se rompe, la gente tiende a buscar una nueva. 

Baumeister y Leary concluyen en su estudio que los seres humanos estamos motivados por una necesidad de pertenencia, esto es, por un fuerte deseo de formar y mantener duraderos vínculos interpersonales. 

Esta necesidad fue por primera vez estudiada y descrita por el psiquiatra John Bowlby quien formuló la teoría del apego[3](attachment theory) abriendo la puerta a una comprensión más profunda sobre el hecho de que somos animales sociales, pero también a entender que los primeros años de la vida de un niño son determinantes para su salud mental[4]. Estudiando niños que habían sido separados de sus padres durante la Segunda Guerra Mundial, Bowlby encontró que aquellos niños que habían sido criados en orfanatos presentaban retrasos cognitivos, problemas para regular emociones y dificultad para relacionarse con otras personas. 

En un bien divulgado estudio, Harry Harlow en los años 1950s diseñó “mamás” de alambre, fieltro y madera a través de las cuales se alimentaba a monos Rhesus recién nacidos. Después mantuvo a los animales en total aislamiento. El investigador concluyó que el contacto físico del crío con su madre, incluso con esa madre de alambre, era tan o más importante para su bienestar y desarrollo que la nutrición que recibía. En su laboratorio de Wisconsin, Harlow exploró la naturaleza del amor, tratando de entender cómo se formaban las relaciones entre infantes y sus madres. Probó que el amor a la madre era más de tipo emocional que fisiológico, relacionado con el cuidado que el crío recibe y que la capacidad para formar un vínculo estaba asociada con momentos críticos de la vida temprana, después de los cuales era difícil compensar por la pérdida inicial de seguridad emocional. 

Los autores e investigadores contemporáneos Daniel Siegel y Helen Fisher están hoy a la vanguardia del estudio sobre el apego (ver libros recomendados). Siegel también ha hecho énfasis en el hecho de que los niños que desarrollan un vínculo seguro con sus padres saben que pueden acudir a ellos cuando necesitan apoyo. Esto los capacita para empatizar con otros más tarde. 


[1]Maslow, A. (1954). Motivation and Personality (Motivación y Personalidad). Harper and Broth.

[2]Baumeister, R. F., & Leary, M. R. (1995).The need to belong: Desire for interpersonal attachments as a fundamental human motivation (La necesidad de pertenecer: Deseo de crear vínculos personas como una motivación humana fundamental).  Psychological Bulletin, 117(3), 497-529.

[3]En 1951, Sir John Bowlby escribió una monografía para la Organización Mundial de la salud titulada Maternal Care and Mental Health (Cuidados maternos y salud mental) donde propuso que los niños pequeños necesitaban la presencia cercana y constante de su madre (o sustituto) en la cual ambos encontraran satisfacción y gozo.

[4]Los términos vínculo y apego como traducción de attachmenta veces son intercambiables en español, pero el término apego es tal vez una mejor traducción en el sentido de inclinación hacia alguien o algo, mientras que el término vínculo se usaría para significar atadura. 

[5]No uso aquí el término antisocial como patología sino como opuesto al comportamiento prosocial. 

[6]Diener, E., Seligman, M. Very Happy People (Gente muy feliz) en https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/11894851

[7]Fromm publicó The Art of Loving (El arte de amar) en 1956.